El Impuesto al Valor Agregado (IVA), surge en México en 1980.
Desde ese año parece ser que el IVA, se convirtió en el enemigo del empresario mexicano y esto es, desde mi punto de vista, por dos factores.
- El primero tiene que ver con la obtención del costo de producción del producto o servicio y sus gastos inherentes.
- El segundo, es en sí el aspecto tributario.
Citado el orden anterior, el IVA es un impuesto que debe entenderse, inicialmente como un tema financiero y después fiscal; me explico.
Determinar costos y precios es complejo
El empresario mexicano para fijar el precio de un producto o servicio tiende a tomar sólo algunos aspectos de costo de producción, generalmente los mínimos, como lo pueden ser: las materias primas o insumos utilizados y, si es el caso, el valor de algunas maquinarias involucradas en el proceso. Pero deja de lado muchos otros que, dependiendo el giro, pudieran ser:
- Materia prima
- Energía eléctrica
- Conexión a Internet
- Maquinaria
- Mano de obra
- Transportación
También aquellos gastos, que van más allá de la fabricación, como:
- Distribución
- Marketing y publicidad
- Gastos administrativos (la renta, papelería, gastos de oficina, asesoría especializada, remuneración a administradores)
- Los llamados gastos no operacionales (los impuestos, intereses),
- Ganancias de los accionistas
- Utilidad
Al descuidar esto, pisamos terreno pantanoso ya que desconocemos, por ejemplo, si una determinada línea de producción genera ganancia o pérdida, si el modelo de negocio es la venta por volumen o si obtenemos rendimiento por unidad, si algún producto o servicio es de los llamados “ancla”, (atraen clientes por el flujo de venta), o si la colocación de un servicio es mucho más costoso de lo pensado.
Es decir, no considerar los gastos y costos correctamente, se convierte en una receta segura, que lleva a la gran mayoría de empresas al fracaso rotundo y a no sobrevivir los primeros 5 años de vida, o aquellas más antiguas, a trastabillar frente al mínimo cambio en el mercado.
Esto se traduce en la creencia de que el problema radica en el IVA; “es que, si pago impuestos, ya no sale el negocio” frase que lo resume todo y que he escuchado una innumerable cantidad de veces.
Determinar bien el IVA y el precio puede salvar a tu empresa
Es importante considerar el 100% de los costos y gastos, relacionados en la producción y operatividad para que podamos obtener el precio correcto y estemos en condiciones de salir al mercado con capacidad de negociar; a sabiendas de cuál puede ser nuestro piso mínimo. A partir de ese importe, entender el margen de utilidad resultante. Tema eminentemente financiero y no fiscal.
No es lo mismo pensar que mi precio mínimo es de $18.00 más IVA, cuando nuestra producción nos dicta $20.00 más IVA. Esos $2.00 de diferencia llevarán, sin lugar a duda, a un problema de flujo a la empresa y el resultado final será que dejes de enterar el IVA, para poder pagar, por ejemplo, la nómina.
Conclusión
Por lo tanto, antes de pensar en impuestos, existen otros factores financieros por considerar. Uno de primer orden se llama obtención de costos y gastos, que te ayudará a conocer tu precio mínimo de salida, sin dejar de tener en mente que ese piso mínimo puede variar, dependiendo de una multiplicidad de factores, que en todo momento se pueden anticipar.
Una vez que ese dato se tenga calculado, es posible un manejo del IVA, completamente acertado y a entender que el IVA no es el enemigo del empresario mexicano, sino el mal entendimiento financiero de las operaciones empresariales.
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